jueves, 17 de enero de 2008

Encrucijada...


La intensidad de mi alma está frente a una encrucijada. El sendero se divide como rasgado por el miedo que genera la mediocridad hacia puntos diferentes alejándome del verdadero objetivo.
Se me presentan dos posiciones completamente opuestas y a la vez sublimemente legítimas. Por un lado está la furia y el descontento generado por inequidades, injusticias y mal uso del poder, por otro el equilibrio que se origina con el control y orden público.
Movilizaciones… qué hermosa manera de señalarle al gobierno y los poderes fácticos el color de nuestra sangre, el calor intrínseco de nuestro descontento.
Discriminación, segregación, olvido, egoísmo son factores que desatan los movimientos sociales y por ende desencadenan la necesidad de orden y prevención.
No creo en la anarquía como se entiende vulgarmente, así como tampoco creo en las regalías excesivas que les son entregadas a algunos que no necesitan de regalías. Tampoco soy partidario del olvido con el cual se les tatúa el alma a personas que necesitan de atención.
El hecho que la dama justicia sea ciega es el concepto más hermoso al que podemos optar. Pero recalco: CIEGA… no que se haga la ciega, ni menos que se haga la hueona.
Hablo de la justicia en todo ámbito, no sólo de la que manda en cana a patos malos, ni la que absuelve a seres tan asquerosos como Pinoshit y su familia de fenómenos hambrientos de avaricia. Hablo de justicia social, territorial, patrimonial.
Las movilizaciones son instintivas y primitivas, no se necesita ideología ni conciencia política. Este comportamiento se da en todo ser viviente, en manadas, jaurías, enjambres, bandadas, en definitiva donde se reúna un cúmulo de seres vivientes que depende de un liderazgo.
Los grandes protagonistas de esta dramática novela de acción y reacción, son las masas en ebullición y el control por parte de Carabineros y sus fuerzas especiales.
El pueblo tiene el derecho de manifestarse si se siente atropellado o desvalido, La policía tiene el deber de reestablecer el orden. En consecuencia las dos pugnas van hacia el objetivo del bien social, pero mirado y atacado desde diferentes puntos de vista.
Y es aquí donde caigo en el conflicto, porque ningún actor existe sin la presencia del otro, y la afloración del uno es el nacimiento del otro. Negar esto, es negar el espíritu de la revolución misma. ¿Cómo puede existir el orden restricto sin la revuelta?
Ambos casos son loables… es una ambivalencia que no muchos pueden comprender y que me suspende en el aire de la perplejidad. Pero quiero ser consecuente, no todas las revoluciones son justas. Y este hecho es tan válido como que no todos los pacos son malos.
Los malos elementos se dan en sendos bandos, hay malos pacos, canallas sin sentimientos que se sienten abrigados en la “inmunidad” de su investidura. Se sienten intocables y protegidos por el estado.
También hay malos protestantes, flaites, pendejos, flaites, flaites y más flaites. Seres asquerosos de repugnante y nasal hablar que se escudan en el anonimato de una supuesta manada que los protege y acoge. Imbéciles que jamás han creído en nada y que cualquier tipo de manifestación, por muy trascendente que pueda ser, es oportunidad para apedrear y expoliar. Cosa que estos maracos no son capaces de emprender solitaria o individualmente.
Pero juzgar estos bandos no me lleva a nada y sólo consigue aumentar mis dolores de cabeza y cuestionamientos nocturnos.
¿Quién es el responsable del caos y su consiguiente represión? El gobierno y su mal manejo es el que da el vamos a la disconformidad y fomenta abusos represivos. El gobierno apuntándonos con su arma cargada: El Estado.
A Matías Catrileo, Weichafe

martes, 15 de enero de 2008

Gente culta…


Paseando por internet me encontré con este blog y no tuve ningún escrúpulo en hackearlo, ya que me pareció bastante interesante la postura que presenta.
Quizás muchos me tachen de tonto grave o de erudito al peo, pero, como periodista, estoy harto de escuchar el término “público objetivo”. Cada vez que escribo una nota un poco más elevada culturalmente, me dicen que “está como para el cuerpo ‘Artes y Letras’ de El Mercurio… no es para nuestro público objetivo”. Entonces yo me pregunto ¿es que acaso nuestro público objetivo son un montón de idiotas que no son capaces de entender palabras como ‘compendio’, ‘variopinto’, ‘ambigüedades’? ¿a quién le estoy escribiendo, a un mono, a un perro o agente que sabe pensar?
Prefiero pensar que escribo mis artículos para gente inteligente… de los casi 100 mil habitantes de la ciudad donde trabajo, me conformo que cinco lean mis notas, porque al menos esos cinco entenderán y le explicarán a otros el significado de mis “eruditas” (ja!) palabras. Gracias al dueño de este blog, y que disculpe mi temeraria y de proporción mítica, osadía.