Esta puede ser la historia de un ser deformado por la teoría del rumor o como quiera que se llame. Me refiero al planteamiento que expone acerca de una historia que, a medida que pasa el tiempo y de tanto relatarla, puede perder o ganar muchos elementos, convirtiéndose en nada o en algo, pero, sin duda, nunca igual como la primera vez que fue contada. Es un ecuación extraña en la cual, mientras más ficción se adiciona, más veracidad se sustrae. La ecuación perfecta para generar un mito. A eso me refiero con “deformado”, aunque no sé... distorsionado puede ser la mejor palabra. Pero no es la palabra lo que me complica, es el concepto en sí, es la idea general la que me revuelve el estómago.
Relata esta leyenda que este ser creó a mis antepasados a su imagen y semejanza, y junto con ello, nos prodigó la vida y la energía vital para movernos, pensar, sentir, razonar, etcétera.
Hablan de él como si fuera omnipresente, omnisapiente, como si la vida dependiera de él, como si le debiera algo, como si viviera gracias a él. Pero no es así, yo vivo por mí y mis ganas de hacerlo, no digo que eso baste como para vencer la mortalidad, pero sí como para ganar vivencias, historias, mis propias historias. Ya basta de fábulas, basta de cuentos amorfos. No me interesa saber nada de él ni de su amor y sus castigos, ni de necesidad de justicia implacable o su patética misericordia. Sólo soy yo y quienes me rodean, quienes tuvieron, como premio o castigo del destino, vivir en esta, mi coyuntura de tiempo.
Ya no quiero sus historias, de verdad, siento lástima de quienes se reúnen a hablar acerca de él, siento rabia por los que se quedan en sus asientos con sus ridículas caras de estúpidos escuchando sus deformes historietas, entonando canciones para él, o celebrando su nacimiento y fallecimiento involucrando a muchas personas en estas celebraciones.
Ya llegará el momento en que levantaré mi puño al cielo y clamaré con furia ciega: “¡Hasta cuándo continuarán las historias de mi puto bisabuelo!!!!”
Relata esta leyenda que este ser creó a mis antepasados a su imagen y semejanza, y junto con ello, nos prodigó la vida y la energía vital para movernos, pensar, sentir, razonar, etcétera.
Hablan de él como si fuera omnipresente, omnisapiente, como si la vida dependiera de él, como si le debiera algo, como si viviera gracias a él. Pero no es así, yo vivo por mí y mis ganas de hacerlo, no digo que eso baste como para vencer la mortalidad, pero sí como para ganar vivencias, historias, mis propias historias. Ya basta de fábulas, basta de cuentos amorfos. No me interesa saber nada de él ni de su amor y sus castigos, ni de necesidad de justicia implacable o su patética misericordia. Sólo soy yo y quienes me rodean, quienes tuvieron, como premio o castigo del destino, vivir en esta, mi coyuntura de tiempo.
Ya no quiero sus historias, de verdad, siento lástima de quienes se reúnen a hablar acerca de él, siento rabia por los que se quedan en sus asientos con sus ridículas caras de estúpidos escuchando sus deformes historietas, entonando canciones para él, o celebrando su nacimiento y fallecimiento involucrando a muchas personas en estas celebraciones.
Ya llegará el momento en que levantaré mi puño al cielo y clamaré con furia ciega: “¡Hasta cuándo continuarán las historias de mi puto bisabuelo!!!!”
2 comentarios:
me gusta que escribas sokete!! ^^
me bustan tus escritos son shoros!
pd: revisa mi blog :P
También siento lastima por esas personas, para mi Dios es la fuente de energía, quien nos da la vitalidad, el amor que existe en todos, pues nadie puede ser tan malo para no haber amado nunca a su madre o a sus hijos. Para mí eso es Dios, muy lejano al cristalizado concepto de los siglos, muy lejano a los mitos. Es lo que me hace reaccionar cuando estoy mal, son las emociones magnánimas de mi existencia. Somos seres con libre albedrío cada uno puede creer en El de la forma que más le convenga. Todos somos pequeños dioses.
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