lunes, 12 de noviembre de 2007

El viaje



A veces me faltaron las fuerzas,
A veces corté mi piel.
Corté carne, nervios, tendones.
Corté hasta el hueso.
Me he golpeado con piedras la cabeza.
Me he quemado con cigarro el cuello y el vientre.
Me he dejado caer a interminables abismos en mis sueños.

Todas las noches pienso.
Fumo.
Pienso nuevamente.
Fumo mientras escucho el mar.

Pienso mientras huelo el salino aroma de la costa. Pero al otro día ya no recuerdo nada. El tiempo, la memoria y la realidad están fuera de contexto ¡Debe ser un sueño! El más alocado de todos.

De una u otra forma todos nos sentimos especiales. Creemos que rompemos moldes, jugamos con las normas, nos cagamos en lo establecido y nos vamos a acostar tranquilamente cobijados en un maldito y eterno Deja-vú

Ya no sé qué pensar
Ya no sé qué sentir ni cómo actuar.
Por mucho tiempo pensé que
Era uno de los pocos
Que podían seguir sus pesadillas.

Llevo horas, días, meses, años bajo la lluvia.
Mi ropa pesa en litros.
Se cae por el excesivo peso
Y me deja desnudo.
Desnudo en frente de mis enemigos.

Pero a nadie le importo…
Nadie me nota.
La gente corre.
Se cubre.
Busca refugio.

Y yo me quedo bajo la lluvia esperando un milagro. Esperando disolverme con la lluvia para luego evaporarme y ser nueva lluvia para otras regiones de este mundo. Conocer, por capricho del viento, otras latitudes y mojar a otros hombres desnudos de desesperanza.

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